Hay veces que me pregunto: ¿es, en serio, la persona un animal político? Bueno, entendiendo la idea tal y como se plantea en ese link, pues parece que sí; al fin y al cabo, nos relacionamos socialmente hablando y formamos pueblos, villas, ciudades, …
Vale. Pero, ¿realmente sabemos qué queremos cuando oímos hablar de política? Algunos me dicen que sí: «Yo… ¡soy de izquierdas! Las empresas son malas, y ya va siendo hora de que nos den lo que nos corresponde )-:» o, entre algún que otro zumbado que tiene algo de valor para admitirlo, dice: «Pff, mucha izquierda, mucho pueblo, mucha leche, pero no sé yo bien qué haría la gente si estuvieran en el mismo lugar que ellos [los políticos]». Ejemplo:

Hmm, vale, está bien. Aún me acuerdo que mi profesora de Historia, allá por el Bachillerato, solía comentar que:
Según expertos en política internacional, lo más adecuado para un Estado debería ser que se turnaran en el poder partidos con mentalidad izquierdista y derechista.
(Y no, no he puesto izquierdas delante y derechas detrás por ningún motivo). Porque, al menos en lo que yo entiendo de este asunto, al fin y al cabo, derechas se resume a conservador (es decir, en términos económicos, va a ahorrar más) e izquierdas se resume a progresista (o sea, que va a hacer más gasto). Por lo tanto, que me vengan con el discurso de: «Sí, es que yo soy de izquierdas/derechas» me resulta un poco extraño, porque, polarizándolo un poco a lo bestia, podría decir: «Pues tú, de derechas, eres un agarrado del quince, y tú, de izquierdas, una persona que vive en el carpe diem, viviendo la vida loca y mandando a tomar por saco el resto de lo que le rodea».
Y, aún saliéndonos del concepto económico, una persona cambia de opiniones durante su vida, tiene que hacer cosas de «izquierda» y de «derecha» en su vida, con lo que honestamente, lo relaciono más con una situación de conveniencia que de otra cosa.
Y mi pregunta es:
¿y no se puede… salir de esa tónica izquierda/derecha?
Porque al fin y al cabo, si la política tiene que ser un reflejo de la sociedad, y podemos decir que la sociedad es un reflejo de las personas que la habitan, me pregunto por qué coño seguimos con esta mentalidad. Ya que, según lo que entiendo, toda persona en su vida tiene que ahorrar y gastar, o generar rutinas y hacer cambio en momentos determinados, poniéndolo en términos sencillos. Y, subyacentemente, lo que se implica en esa cita de mi profesora es eso, un equilibrio entre el gasto y el ahorro. Pero, por otro lado, ¿hay algún imperioso motivo para que ese equilibrio tenga que ser generado utilizando los extremos?
Lo que sí es cierto es que esto de las izquierdas y derechas, en su época, tenía algo de sentido. Me refiero, una época allá por la Revolución Francesa donde el pueblo las pasaba putas y donde podría verse sentido a esas ganas de cambio y de resentimiento para con el poderoso, inmóvil durante tantos años. De acuerdo. Pero que hoy me vengan, por de pronto, con unas ideas de hace unos 225 años, tratando de hacerme creer que ésa y sólo ésa, contada con esas palabras, es la solución, me cuesta creerlo.
Desafortunadamente, no tuve la suerte de verlo entero, pero el hecho de presenciar varios cachos del debate de investidura me hizo preguntarme si eso era algo serio, algo en lo que uno pudiera decir: «Dios mío, parecen personas respetables y todo», o si básicamente era una pelea de barrio. Me decanto por lo segundo, la verdad, y honestamente, creo que ya sé por qué: al fin y al cabo, no podía ver más que comentarios hirientes, falacias que al rato se curaban con algún parchecito que otro o una mirada bonita. Y oye, no sé hasta qué punto era ese un debate para echarse pullas, sabiendo que lo que buscamos esas personitas del pueblacho es que lleguen a un acuerdo de una maldita vez. Pero nada.
Por lo tanto, cada día se me hace más difícil poder discernir y decir: «Me quedo contigo», porque al final del día, al quitarse las caretas, nos damos cuenta de que A, B, C, D, …, n, son bastante parecidos; unos con más pompa y maneras que otros. Así pues, hasta que alguien:
- Me pueda iluminar con alguna propuesta interesante,
- Se salga de este esquema,
- Se dé cuenta de que la sociedad, como ente, gasta y ahorra, con lo que debemos respetar tanto a la ciudadanía como al empresario,
- Consiga hacer una caza de brujas de la corrupción, y muestre una tendencia hacia una honradez (no total, pero tampoco inexistente como en la actualidad),
no me mostraré demasiado optimista en este sentido. O quizá, lo mejor es que haga como propuso un hombre llamado José Saramago en el libro Ensayo sobre la lucidez. Pero quizá en ese momento me maten los representantes que la gente eligió antes que yo; qué divertido, sabiendo que no deberían pintar absolutamente nada una vez acaba su legislatura.