Hoy volvía a casa usando el tren con una amiga, cuando, hablando de una cosa y otra, hemos llegado a la siguiente pregunta: ¿Qué es la universidad?
Esta conversación ya la había tenido con otros antes, pero me ha llamado la atención el hecho de que, no sé si consciente o inconscientemente, tuviera una comprensión de la universidad algo… limitada. De hecho, hemos podido llegar a la conclusión de que hoy en día (al menos a nivel español), se trata de un mero trámite para poder colocarse en un puesto de trabajo en el día de mañana.
No hay más que ver cómo se tratan los contenidos: «Hoy quitamos esto, mañana resumimos esto otro… ¡y listo! Preparado para el mercado laboral». Porque, a quién vamos a engañar, al fin y al cabo, muchas de las cosas que utilizaremos en nuestra operativa en el trabajo las aprenderemos en el propio trabajo, obviando lo aprendido en la uni.
Entonces yo me pregunto ahora:
¿Y dónde está aquella concepción de la universidad de la Edad Media que lo que buscaba, al final del día, era poder acumular y crear conocimiento?
Hay universidades que, ciertamente, tienen un alto nivel de investigación (por los motivos que sea; fuga de cerebros, renombre, etc.), pero, sin embargo, siento que cada vez hay más alumnos que están en estas instituciones educativas porque, para trabajar en algo, necesitan justificarlo con un título de Grado, como se le llama hoy genéricamente acá en España.
Por lo tanto, me duele verlo, pero siento que lo que es la educación ya se lleva desvirtuando un buen tiempo (la verdad es que no es que se trate un asunto reciente; ya lo criticaba Pío Baroja en «El árbol de la ciencia», mediante la figura de Andrés Hurtado). Conozco varios casos de gente, terriblemente capaz, porque es de naturaleza espabilada o porque se le da bien enfrentarse a la realidad, no puede llegar a medrar en la vida ya que los estudios lo han bloqueado. Y, por otro, conozco casos de gente a punto de acabar Grados, que parecen imbéciles o que da la impresión de que los han estado alimentando con una papilla constantemente. Honestamente, es algo que me da mucha rabia.
Pero sobre todo me da rabia que esta situación se haya generado por la presión social: quién si no nos diría que «la universidad es mejor», o, incluso más atrevido, «la universidad es donde la gente se hace mayor». Venga ya, parece que nos olvidamos de una figura clave para dar un arreglo temporal esta situación: las Formaciones Profesionales o Grados Medios/Superiores (y no, no me refiero a los Grados universitarios).
Y sí, digo temporal, porque como alumno de Ingeniería Informática + Dirección de Empresas que soy, leyendo un poco las tendencias de automatización de drones, robots, máquinas, optimización de Inteligencias Artificiales, etc. y conociendo las ansias de despedir personas de algunas empresas, sé que una parte de los trabajos físicos pesados se van a ir al garete.
Por otro lado, si algo es cierto y lo he podido comprobar con algunos amigos de mi edad, es que si una persona te pregunta:
«¿Qué haces? – Estudio en la universidad.»
Ningún problema. Pero si respondes:
«Estudio un grado medio/superior»,
ya automáticamente se retuerce un poco el cuerpo, y puedes tener incluso la delicadeza de decir:
«Largo de aquí, chusma».
Cuando quizá, y sólo quizá, esa persona está decidiendo qué es lo que quiere de verdad, mientras tú te has metido a lo que estás por tu papi o por tu mami.
Para acabar, lo que siento es un cierto impulso de asco para con el sistema educativo actual que tanto se predica: por un lado están reduciendo el contenido teórico para unas personas que realmente queremos aprender y curiosear en materias concretas, moviéndolas prácticamente a niveles de Maestría o Doctorado, mientras que hay otras que están casi «forzadas» a cursar un Grado universitario para tener un trabajo, porque saben que su autoestima se caerá por los suelos si aceptan que una persona con un Grado Medio o Superior puede ser tanto o más útil que ellos. En fin, viva el Plan Bolonia.